aunque ya casi no era de noche
realmente me hubiera gustado que vinieras
despeinada, agitada y descalza
que te acercaras desplomándote en la silla
al lado de mi silla y apoyando
tu mano como nave en mi antebrazo lunar
que sin pudor me sacaras la copa
rozando índice con meñique
terminando la sidra caliente de tiempo
mojando por los dos tus labios siempre húmedos
que me miraras sin decirme nada
con tu sonrisa de calma y turrón y ahora
desde la ventana que separa el mundo del mundo
los pálidos rayos del sol llegando
apenas con los sueños nuevos
No hay comentarios:
Publicar un comentario