13.7.11

Gimnasios, escuelas, oficinas

De pronto todos se quedaron dormidos. Es mi oportunidad, me dije, puedo hacer lo que quiera. Me acerqué a la chica del tercer asiento y le toqué una teta. Del primer kiosco que encontré me robé todas las monedas. Cambié los envoltorios de los alfajores negros por los blancos. Hice pis en el obelisco. Y aun así me sentía solo. Entonces busqué a la mujer más hermosa del planeta y la encontré. Me llevó quince minutos. La sacudí por el hombro, me miró y le dije buenos días, todos duermen menos nosotros, y tenemos monedas. Pero no funcionó. No me amaba, y vivía lejos. Así que ella también despertó al primer idiota que encontró y se fue.
Ahora ando solo. Paso mis tardes masturbándome con gimnastas, colegialas y secretarias. No mucho cambió. Y si no despierto a nadie más, es porque sé que el universo es impar. Me lo cuentan las dos sombras que se ríen, que ensucian el silencio.

1 comentario:

Noe dijo...

vos ya sabés lo que pienso. Ahora tomemos café.

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